En los últimos años ha cobrado fuerza el concepto de
marca personal como paralelismo entre la gestión de las marcas comerciales a través de los medios clásicos de
comunicación, y el marketing personal que un/a profesional puede hacer de su
producto o servicio siendo él mismo percibido como una marca que le permite
diferenciarse y tener una posición relevante en un entorno que tiende a la
homogenización de los profesionales. Parte de esta conceptualización tiene que
ver con la irrupción de las redes sociales como medios que permiten una mayor
difusión y comunicación de nuestro trabajo y de quienes somos a una audiencia
hasta ahora inabarcable en el entorno “off line”.
Existe, por tanto, una forma de desarrollar una
estrategia para posicionarnos cual marcas en un lugar preferente en la mente y
en los corazones del potencial consumidor (al estilo de las marcas
comerciales). Es el llamado branding personal.
Pero cuando hablamos de marca personal estamos
haciendo referencia a PERSONAS. Las personas no son marcas, las personas pueden
“construir” una imagen de marca,
gestionar las percepciones que dejan en los demás, y conseguir a través
de una estrategia de branding personal ser la opción elegida por el cliente
final.
Por tanto, antes de pensar en construir o
construirnos como una MARCA de referencia,
es necesario haber sido capaces de construirnos como personas. Los
pilares básicos son a mi juicio dos:
-
Autoconocimiento y aceptación. Trabajar por
conocerse, entenderse y aceptarse es el primer paso para lograr esa primera
“diferenciación” genuina, reconociendo nuestra individualidad, lo que no nos
hace diferentes, sino algo mucho más valioso que eso, lo que nos hace
únicos. Aceptarse es reconocerse en “el
espejo del alma”, siendo capaces de conocer nuestras fortalezas, nuestras
debilidades, nuestro deseos más profundos, nuestros anhelos, nuestras metas y
nuestros límites. Sólo desde la aceptación se puede iniciar un proceso de
cambio o de transformación si así lo decidimos.
-
El amor a uno mismo. Sin un sentimiento que nos
permita sentir que pase lo que pase nos tenemos a nosotros mismos y que no nos
vamos a fallar, difícilmente nos podremos enfrentar con fuerza y determinación
a todos los retos personales y profesionales que tendremos por delante. La
autocrítica es necesaria para avanzar, pero la autocrítica sin amor a uno mismo
nos conducirá a un camino de desesperanza y rendición ante los obstáculos. El
amor a uno mismo es ponernos en máximo valor para poder ofrecer lo mejor de nosotros mismos a los demás.
Cuando esa persona que somos es un ser coherente con
sus pensamientos, con sus sentimientos y
sus acciones, podemos empezar a generar y ser percibidos como una MARCA auténtica que permitirá hacer visible lo que
hacemos (nuestro producto o servicio) y como lo hacemos (lo que somos capaces
de hacer de un modo diferente).
¿Podríamos pensar que alguien puede valorar nuestra marca si nosotros mismos no
nos valoramos?, ¿Quién va a ser fan de nuestra marca si nosotros no confiamos
en ella?, ¿Alguien amará nuestra marca si nosotros no somos capaces de hacerlo?
Porque no lo olvidemos, detrás y antes
de una marca personal hay una persona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario