Ryszard
Kapuscinski
Etimologicamente
la palabra VOCACIÓN proviene del latin, concretamente del vocablo VOCARE o
VOCATIO, que significa llamada, la
acción de llamar y el hecho de ser llamado.
En
la actualidad la palabra vocación dentro del ámbito educativo y profesional,
viene a ser aquello que nos ha de servir de guía o impulso para
seguir un determinado rumbo profesional, sobre todo elegir una profesión u
oficio a la que dedicarse en el futuro.
En
estos días he tenido la oportunidad de trabajar un proceso de orientación
profesional (y vocacional) en una persona muy joven. Lo ocurrido en las
sesiones de trabajo con él me ha hecho plantearme algunas cuestiones en torno a
este concepto, y sobre todo, a cuestionar su importancia y su relación con el
éxito profesional futuro.
¿Qué
pasa cuando no encuentras tu vocación?, ¿ es habitual tener vocación a las 16,
18 o 20 años (edad en la que los jóvenes se ven impelidos a tomar decisiones
supuestamente “trascendentales” para su futuro profesional? ¿Hasta qué punto en
un entorno tan cambiante y dinámico como el actual es importante tener o
no vocación?, ¿se puede tener más de una
vocación?, ¿pasión y vocación son conceptos similares?
Al
respecto de la orientación profesional
en edades tempranas, creo oportuno lo
siguiente:
-
Debería ser una asignatura transversal a lo largo del sistema educativo.
Fomentar el conocimiento no sólo de
contenidos teóricos sino su aplicación
práctica en el contexto actual. Hoy día, además con medios tales como YOUTUBE,
podemos acercarnos de un modo mucho más experiencial a lo que realiza un
experto en una materia determinada.
-
Ir mucho más allá de conocer los itinerarios
formativos y los planes de estudios. Creo que los centros de FP y las
Universidades deberían “acercar” mucho más su oferta formativa a los futuros
alumnos/as. Charlas, jornadas de puertas abiertas, interacción con recién
titulados y profesores, son medios que ofrecen algo más allá de la tediosa
información de asignaturas, créditos y dudosas salidas profesionales. Los
jóvenes carecen de EXPERIENCIA, hay que acercársela para que puedan sentirse
más seguros en sus decisiones.
-
Entender que casi más importante que la asimilación de conocimientos concretos, es
el aprendizaje de habilidades,
competencias y experiencias de vida. Trabajar durante una temporada en el
extranjero para el aprendizaje de un idioma es, sin duda, un máster en
experiencias vitales que difícilmente se
adquieren en un contexto académico. Dichas competencias y habilidades adquieren
cada vez un mayor peso en el entorno laboral.
-
Superar la “titulitis”, lo “oficial” la “universitis”
… para llegar a un conocimiento mucho más profundo de quienes somos, lo que nos
gusta, lo que nos motiva y se nos da
bien, marcando el propio alumno los ritmos y empezando a trazar los caminos
entre las alternativas disponibles y viables en cada momento.
Estoy
convencida que hacer algo es mejor que no hacer nada, pues la acción precede a
la motivación y no al contrario. Son las experiencias, con sus errores y aciertos, las que nos van
permitiendo ver el camino que queremos seguir o llegar a crearlo.
En
un entorno laboral como el actual, dinámico, competitivo , con diferentes
formas de trabajar derivadas de las nuevas formas de comunicación, donde el protagonismo vuelve a la “persona” por
encima de las “corporaciones” y ya no podemos dejar en manos de ninguna de
ellas nuestro destino profesional,… hay que romper definitivamente los
corsés que siguen atrapando a miles de
jóvenes en decisiones basadas más en la inercia y en A o B (Universidad vs. FP), que en una
amplitud de miras, en un escenario mucho
más abierto, más cercano a la realidad posterior, donde el CRECIMIENTO como persona es el verdadero centro desde el que llegar a todo
lo demás. Y en ese crecimiento cada uno lleva su propio ritmo.
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